Ahora resulta que un grupo de fiscales y jueces
decidió armar una marcha en memoria del fiscal de curioso suicidio. ¿Les contó
el Opa que un fiscal apareció suicidado el día antes de ir al Congreso de la
Comarca a mostrar sus pruebas contra la Presidenta María Estela Fernández de
Neón? Bueno, es el mismo caso.
Ahora en la Comarca se discute si hay que ir o no.
Bah, los que lo discuten son los que apoyan a la Presidenta y sus compañeros de
expediente. Dicen que esos jueces tienen todos algún occiso en el archivero, que
han dejado morir algunas causas resonantes o que tienen por costumbre maltratar
al pobrerío de la Comarca o que han ocupado una servilleta demasiado famosa y
prontamente olvidada. Y dicen que es ridículo que un grupo de jueces y fiscales
salgan a pedir justicia. Que es como que Papá Noel salga a pedir regalos para
Navidad. Encima, algunos de los más funestos personajes de la Comarca han
prometido su percudida presencia para vilipendiar a la Presidenta.
Hay algo de razón en esos planteos, cree el Opa que
muchos de los funcionarios que hoy se victimizan han elegido hacerse los opas
con los casos más pesados y han permitido que corruptelas y atentados varios
queden impunes. Y que durante años han cobrado ese sobresueldo que salía de las
cloacas del Estado, ese sobrecito de la SIDE que se conocía como “la cadena de
la felicidad”. Nota el Opa que una cadena, en primer lugar, encadena. Y que,
queriéndolo o no, cada uno de los beneficiados ya estaba encadenado al poder
oscuro que los digitaba.
Ahora bien. También se pregunta el Opa si realmente
esos funcionarios podían eludir la “cadena de la felicidad”, si apartarse de
los favores y los telefonazos podían resultarles gratis, o podía costarles la
carrera, la familia o algo más. Acaso no sea exagerado pensar que, como en
cualquier negocio turbio, a veces uno no elige entrar, pero definitivamente no
puede salir sin arriesgarse a estrenar un último traje, finamente confeccionado
en guatambú o peteribí.
Pero es curioso que se les exija una valentía
contra los aprietes que no tiene ni el más suicida de los superhéroes. Acá,
piensa el Opa, hay un cinismo profundo. Hay que ser cretino para condenarlos
por pedir justicia y garantías que ellos mismos deberían proveer, ignorando que
uno de sus colegas apareció con un cuetazo en el baño de su departamento,
abandonado por sus custodios y manipulado como en una telenovela venezolana. No
es poca cosa, les mataron a un colega. El Opa lo reitera, porque parece que
este hecho es menor: a estos jueces y fiscales que marcharán el 18 les mataron
un colega. Uno de ellos, que decidió avanzar en uno de sus tantos casos que
podía tener ramificaciones políticas.
Y como si fuera poco, la colega que investiga esa
muerte extraña se tiene que desayunar todos los días con las operaciones que le
monta el Secretario General de la Efedrina, o incluso su propia jefa, la Procuradora General de la Comarca que le
manipula sus declaraciones. Le revuelven los papeles, la ridiculizan, la burlan
desde el mismo poder denunciado por el occiso, le difunden sus medidas antes de
que las tome. El Opa no la conoce y no tiene opinión sobre ella; más bien le
parece una pálida burócrata medianamente incompetente, que jamás hubiera
querido ganar notoriedad a costa de un caso que le cayó como presente griego. Pero
claramente la están hostigando feo.
Entonces, encuentra el Opa dos razones para que los
fiscales y jueces marchen el 18: les mataron un colega, y la colega que
investiga ese temita está sometida a un maltrato feroz. Claro, no le gusta al
Opa que en la marcha pueda encontrarse a políticos oportunistas que hasta la
semana pasada eran defensores del Modelo, y que hoy saltaron a las aguas
procelosas de la oposición. No le gusta el tufillo a “aparato” privado, a
evento inflado por el diario Corneta, a las ampulosas alfombras apolilladas de
los tribunales y su casta de cucarachones privilegiados. El arquitecto Miguel
Fucó, que carajea en francés y juega a las damas con el Padre Rigoberto, dice
que marchará porque “hay que limpiar toda esta negrada”.
El Opa iría, sin embargo, más que nada porque no
hace tanto, en los gloriosos setenta, las internas peronistas se dirimían con
muertos y muertas que se arrojaban por doquier cada uno de los bandos. No le
gusta que la política se dirima a carpetazos, filmaciones y “cadenas de la
felicidad”.
Pero no sabe si marchar o no, porque según su primo
kirchnerista los cumpas del Ministerio tienen fotos del Opa, a los 4 años,
comiéndose la plastilina celeste en el jardín de infantes. Y que saben que está
atrasado con el Monotributo y que si va a la marcha le pueden sacar la
Asignación Universal por Opa. Pero también teme que haya filmaciones de una
fiesta en la que una vez fumó cositas. Esto último lo agrega el primo, mientras
se jala una línea que asustaría al mismísimo Diego Armando.
Teme que en alguna foto, en alguna filmación, algún
día, ocurra algo y aparezca alguien con una sonrisita ladeada que venga a
pedirle explicaciones mientras le maltrata los huesos. Así están las cosas hoy
en la Comarca.