Nuevamente
el Norte de la Comarca fue el epicentro de episodios que desintegran la fe del
Opa en la consolidación democrática. Hace poco murió un pibe de la JR baleado
por la espalda, aparentemente por los matones de Milagro Sala, esa taumaturga
que conjuga violencias y reivindicaciones como sólo pueden hacerlo las huestes fascistas.
Ahora, unos kilómetros más al sur, o menos al norte, hubo unas elecciones
disputadas a dentelladas que resucitaron todas las lacras políticas de la
Comarca. En un pintoresco muestrario de infamias el candidato de la Presidenta
María Estela Fernández de Neón, que fuera su ministro más rico en un gabinete ahíto
de millonarios, se atribuyó una victoria que no termina de ser creída por
nadie.
Digamos,
para comenzar, que hubo venta de votos: personas que admitieron votar a Fulano
porque les pagaron o les iban a pagar. Digamos también que hubo un bolsoneo
impune, registrado por un periodista que terminó patoteado por las huestes de
Fulano. Digamos que hubo urnas quemadas, que alteraron actas, que a los
candidatos de la oposición en muchos lugares les borraron todos los votos
obtenidos. Digamos que en muchas mesas Fulano ganó con el 100% de los votos, es
decir, con el voto de los fiscales de la oposición.
Como
un muestrario de irregularidades nunca se termina del todo, el gobierno
provincial tardó más de seis horas en dar las primeras cifras oficiales. Es comprensible,
para retener su feudo el gobernador saliente urdió un entramado de
candidaturas, acoples y listas paralelas que desquiciarían al más pintado y
favorecen siempre al mismo: a Fulano. Para cuando se difundieron esas cifras,
se dijo que escrutadas el 81% de las mesas Fulano ganaba con el 54% de los
votos frente a los 40% de Mengano, principal contendiente de la oposición. Fue tal
el tufo a fraude que desde entonces se sucedieron las protestas públicas frente
a la Casa de Gobierno. Como es tradición en la provincia, la policía se encargó
de desparramar a palazos a los manifestantes que querían algo tan básico, tan
burgués y aburrido como la transparencia electoral. Y, garrote en mano, Fulano
y los militontos del relato se prodigaron a recitar ese 14% de diferencia como
un mantra sagrado que purifica todas las incertidumbres.
Pero
fue tal el descalabro y la lluvia de denuncias que se decidió suspender el
escrutinio provisorio, que realiza el Correo. Es claro: el mismo Correo no fue
capaz de difundir una sola cifra durante toda la madrugada infausta del lunes.
Tenía menos credibilidad que todos los periodistas de la Comarca juntos,
oficialistas y opositores. Ahora, una Junta Electoral Provincial, manejada por
el oficialismo, está intentando el escrutinio definitivo. Han abierto el 6,8%
de las urnas al momento de escribir este informe, y de ello surge que Mengano
le gana a Fulano por 52% a 36%, aunque hay que aclarar que esos votos
corresponden todos a la Ciudad Capital.
Ahora
el Opa se aventura en la aritmética, un atrevimiento irresponsable si se
recuerda cuánto le costaron las matemáticas en la escuela. Pero el Opa es
obcecado, y volverá a intentarlo. Según el escrutinio provisorio, Fulano ganaba
por 54%, y Mengano tenía 40%. Ello corresponde al 81,55% de los votos
procesados, que fueron 776.999, mayormente del interior de la provincia. Reniega
el Opa con la regla de tres simple para columbrar un total de 952.788 votos. De
los contabilizados, aplicando la misma regla de tres, Fulano habría obtenido
unos 442.843 votos y Mengano unos 316.705 votos.
Ahora
bien, recordemos que estos votos eran del interior, y que el 19% restante era
mayormente de la Capital. Sabemos que allí hasta ahora Mengano gana por un 52%
de los 175.789 de los votos (unos 91.410 votos), contra el 36% de Fulano (unos
63.284 votos). En esta hipotética suma llena de incertidumbres, Fulano quedaría
con 506.127 votos, y Mengano quedaría con 408.115 votos, es decir, 98.012 votos
de diferencia. Admite el Opa que se está comparando peras con manzanas,
Sarracenos con Pleistocenos, chanchos y Tombuctúes. Pero nota que la diferencia
original (y provisoria) de 126.138 votos se reduce a 98.012, es decir, un 10,28%.
¿Es esto suficiente para determinar que el fraude pudo haber cambiado el
resultado? El Opa no lo sabe.
En
principio la arquitectura del fraude electoral puede alterar una cantidad de
puntos. Por eso el Opa se sentiría tentado de admitir que Fulano habría sido
ganador aun si no hubiera existido fraude, que sólo amplió una ventaja que era
indescontable para Mengano. Ahora bien, en esta elección hubo una tormenta de irregularidades
denunciadas y constatadas. Al Opa le consta de gente que conoce que en una mesa
de la Capital a Mengano le borraron
todos los votos (un 65% contra 25% de Fulano). Eso en la Capital, donde los
fiscales de Mengano sacaban fotos de todas las actas antes de meterlas en la
urna y mandarlas al Correo. Se trata del hermano de una amiga, quien fiscalizó
la elección y constató los resultados oficiales de su propia mesa.
El
Opa concluye entonces que la diferencia en la Capital podría ser mucho mayor. Y
que en el interior de la provincia los fiscales de Mengano firmaron con rojo
las actas, que luego aparecieron firmadas con azul en el Correo (con una
avalancha de votos a favor de Fulano, desde luego). Todo ello debidamente
registrado con fotos. Por lo que la diferencia en el interior podría ser mucho
menor. ¿Cuánto restaría el fraude en Capital y cuánto sumaría en el interior?
¿Qué diferencia quedaría, sabiendo que se han mordisqueado los dos extremos del
padrón?
El
Opa no sabe si corresponde anular las elecciones y votar de nuevo. Pero a
medida que pasan los días hasta los funcionarios oficiales van admitiendo que
los abruma la cantidad de denuncias y pruebas. Algo huele mal en la Comarca,
pero eso es casi normal. Lo insólito, lo que verdaderamente tiene anonadados a
Sarracenos y Pleistocenos, es que a medida que transcurren los días las
certezas se evaporan.
Acaso
el candidato Mengano, sin saberlo del todo, haya ganado las elecciones. O
talvez no. Esta novela de suspenso queda abierta, porque hasta los números
bailotean su danza intrigante y desquiciada. El Opa celebra a ese pueblo que ha
despertado y no deja de protestar, y se apresta a seguir la novela más
interesante de un año otherwise aburridísimo.