viernes, 24 de junio de 2016

Hay que pasar el invierno

Ha caído un invierno helado en la Comarca, y escasean los abrigos  y los abrazos casi en idéntica proporción. El Opa se refiere al abrazo sin dobleces, sin sospecha ni complicidad, al menos no en el sentido legal del término. Porque el invierno ha llegado con crueldad inusitada, y apenas entrevista por el Opa cuando metió su papeleta en la urna en las postrimerías de la primavera pasada. Apenas entrevista pero no del todo prevista, por lo que le caben las generales de la ley. Pero además porque el gobierno se esmera en empardar el régimen de manoteos fiscales que se sufrió en la Comarca hasta esa misma primavera desolada.
Aumentó el gas, esa sustancia vaporosa que entibia y alimenta los hogares de la Comarca. Aumentó el gas en proporciones demenciales, dejando a medio mundo sin saber cómo van a pagar la boleta, cómo harán para que no se lo corten, cómo harán para no engriparse si se quedan sin la flamígera sustancia. El Opa se pone a averiguar qué pasó, y termina aún más helado.
Se han eliminado los subsidios del estado nacional a la boleta del gas, y por lo tanto hay que pagarlo a precio de mercado. No sólo eso: el precio al que el Estado lo compra subió un 128% de un mes a otro. Todavía falta: la única beneficiada de esa suba es una empresa extranjera, de la cual el Ministro responsable del aumento es accionista. El Opa lo explica de nuevo: antes de ser Ministro de Energía, el Sr. Aranguren era CEO de Shell, la famosa petrolera. Renunció a su cargo para ser Ministro, pero le quedaron acciones por el valor de 16 millones de rupias. Es decir, ya no era jefe, pero era dueño, al menos de una parte de la empresa. Es intrascendente si esos 16 millones son una proporción ínfima del capital de la empresa, porque sigue siendo un capital apreciable para cualquier mortal, incluyendo Sarracenos y Pleistocenos.
Bien. Durante la década ganada la Comarca le compraba el gas a Bolivia, la Comarca del norte. Era pésimo negocio, porque hasta no hace mucho podíamos generar gas acá, en nuestra Comarca, sin necesidad de comprarle a nadie. Pero el ex Ministro De Vido, hoy perseguido por saquear el Estado, logró que dejáramos de producir y vender gas, y tuviéramos que comprarlo afuera. Seguimos comprando afuera, pero a la empresa del actual Ministro, mediante una tosca triangulación con otra Comarca vecina, en este caso del otro lado de la cordillera que nos une. Y lo compramos 128% más caro.
Se ha generado un pataleo importante y necesario sobre este tema, y los ojos de la Comarca han comenzado a posarse en el Ministro Aranguren. Tanto así que un senador acomodaticio y chanta lo denunció por varios delitos (varios de ellos bastante probables, en la humilde opinión del Opa que suscribe). El Ministro respondió con una carta pública explicando sus razones, a cuál más inverosímil. Primero dijo que Bolivia ya no podía vendernos todo el gas que la Comarca necesita, y por eso tuvo que salir al mercado a ver qué encontraba. Bolivia sólo podía vendernos algo así como el 80% de lo que necesitábamos. El Ministro no explica por qué no compró ese 80%, y después buscó el mejor precio para comprar el remanente de lo que la Comarca precisaba. Es que tampoco explicó por qué no buscó el mejor precio, simplemente violó el régimen de contrataciones del Estado con ímpetu propiamente peronista: dejó la ley para otro momento y, sin considerar ninguna otra opción, compró a quien sus gónadas sugirieron. Y sus gónadas dijeron “¡Chile!”.
Niega el Ministro que se haya comprado a sí mismo, porque le compró a un ente estatal chileno que funciona como un mayorista, y que no tiene por qué informar a quién le compró ese gas. Es decir, se escuda en que el intermediario elegido a dedazo procaz no le dijo que estaba comprando a la empresa que pertenecía, al menos en parte, al mismo Ministro Aranguren. Este es acaso el más insultante de los argumentos del Ministro, porque equivale a tomar a todo el mundo por idiota, y eso es algo que el Opa, que de esas cosas sabe, no está dispuesto a aceptar livianamente. Ni en ese nivel, ni en ningún otro, un Ministro puede desconocer el origen de lo que le está comprando a un intermediario.
El último argumento fue tan banal como el anterior: dice el Ministro que él no firmó ese acuerdo, que lo firmaron sus subordinados. Como si una decisión fundamental de política energética no fuera monitoreada por el Ministro en persona, aunque recurriera a la astucia cobarde de no poner su firma en ella. Nos recuerda al argumento de De Vido, desconociendo las trapisondas de Lopecito, Jaime y otros ejemplares bajo su dependencia inmediata. Así de imbéciles creen que son los habitantes de la Comarca. Y a juzgar por la cantidad de aplaudidores que ambos tienen, juzga el Opa que tienen razón.
La funcionaria a cargo de la Oficina Anticorrupción salió a desmentir que hubiera incompatibilidad en un Ministro que se compra a sí mismo. La presidenta María Estela Fernández de Neón puede terminar presa por comprarse a sí misma (o a sus testaferros, que es lo mismo). El Ministro Aranguren debe compartir la misma suerte: las cavernarias mazmorras de la Comarca. El delito es el mismo: comprarse a sí mismo, a precio de oro y violando todas las leyes de compras públicas. La forma más burda de pecular al Estado.

La funcionaria sostiene que las cosas no son blancas ni negras, ni que se puede expedir de inmediato. Pero hasta el Opa entiende la claridad del delito. Esa funcionaria, que además integra el partido del Presidente, está protegiendo una de las maniobras más burdas que el Opa recuerde. Ha llegado a ese puesto para encubrir los negociados del nuevo gobierno; también sobre ella deberá tronar el escarmiento cuando termine en el resumidero de la historia.

jueves, 23 de junio de 2016

Ya llegan las noticias de Panamá

El Opa no suele condescender a escribir según los pedidos de un público que acaso no lo lee, y si lo hace esquiva metódicamente cualquier atisbo de razón, y en todo caso tamiza lo que entiende bajo el paraguas del maniqueísmo. Toda esta introducción porque se cree que su silencio sobre algún tema es una muestra de complicidad con los gobernantes actuales, una torpeza sólo imaginable en los militontos del gobierno anterior. El Opa podría ilustrarlos remitiéndolos (además) a sus post anteriores que refieren al presidente Macri y sus minions, pero prefiere recoger el guante. Lo que, desde luego, no hace ningún militonto K sin embarrarse en chicanas propias de la salita celeste del pre-jardín.
El Opa considera esa investigación exhaustiva llamada “Panama Papers”, el fruto de una filtración de información que llegó a un grupo de prestigiosos periodistas de todo el mundo. Se sabe que el Opa detesta a los periodistas casi tanto como a los jueces y los frailes, y por los mismos motivos. Pero al menos en este caso la labor del representante de la Comarca en el susodicho grupo, ha sido suficientemente objetiva para merecerle respeto. Objetiva significa que el periodista que integró el grupo que estudió, analizó, sistematizó y difundió la información, lo hizo guiado por la voluntad de que se conociera ese tramo de verdad, contrariando los intereses del diario donde escribe, y también de la simpatía de sus habituales lectores.
La información proviene de uno de los estudios jurídicos más importantes de Panamá, llamado Mossak Fonseca. Esa filtración informática equivale a toneladas de papel, que refieren las cuentas y sociedades no declaradas que ese estudio ha creado en Panamá y otros lugares, y que pertenecen a dirigentes políticos, funcionarios, artistas, empresarios, etc. Previsiblemente, casi ninguna de dichas sociedades (propietarias de cuentas bancarias donde se deposita dinero no necesariamente legal) ha sido declarada por sus propietarios reales. Significan en casi todos los casos evasión tributaria y violación del deber de declarar todos los bienes. Son, en absolutamente todos los casos, una inmoralidad palmaria.
Resulta que entre los nombres de los propietarios ha aparecido el del presidente Macri. Primero lo negó, afirmando que sólo tenía los bienes que había consignado en sus declaraciones juradas. Cuando fue evidente que mentía, dijo que era una sociedad que había creado su padre, protervo integrante de la Patria Contratista y uno de los más nefastos empresarios que asolaron la Comarca. Dijo el presidente que sólo figuró en los papeles, y que la sociedad, creada para triangular unos negocios con Brasil, nunca funcionó. Luego, se supo que sí funcionó, pero el presidente dijo que nunca percibió ganancias de esas actividades. Luego se supo que alguito había ganado, unos módicos 18 millones de rupias que creía que no tenía que declarar. Frente al escándalo ya inevitable, decidió repatriar ese dinero comprando títulos de deuda de la Comarca e incluirlo, ahora sí, en su declaración jurada patrimonial.
Los minions M afirmaron que se trata de su dinero, con el que puede hacer lo que quiera. El argumento es una defensa torpe ofrecida como contraste con el escándalo de corrupción que fue el gobierno de Él y Ella, que robaron al Estado y por lo tanto al pueblo. Pero el argumento de las focas amarillas olvida que la fortuna presidencial deriva de estafas, sobreprecios e incumplimientos en la obra pública desde la época de Isabelita, de la cartelización, monopolización y vaciamiento de la industria automotriz de la Comarca, de la licuación de las deudas de esas empresas mediante su transferencia al Estado, de la rapiña de empresas privatizadas manoteadas a cambio de nada y vaciadas de todo su valor antes de ser “devueltas” al Estado, de operaciones de contrabando mediante la exportación de vehículos semi-armados a Uruguay para repatriarlos “armados” y cobrando jugosas compensaciones tributarias que previamente habían arrancado al gobierno, y la vieja y querida evasión tributaria. El presidente asumió el cargo imputado en 214 causas, pero el Opa sólo se centra ahora en aquellas que tienen contenido económico y que fundamentan el patrimonio que los orates de amarillo dicen que le pertenece legítimamente. Hasta el Opa entiende que esa fortuna ha sido, en una enorme proporción, fruto del saqueo al Estado. Y que por lo tanto, no le pertenece más que lo que puedan pertenecerle a Lopecito sus bolsos millonarios.
Hay algo de razón en el pataleo de los militontos K cuando advierten que el presidente está tan sucio como su ilustrísima predecesora. Ambos han hecho su fortuna saqueando al Estado, aunque desde distintos lados de la ventanilla. El Opa encuentra igualmente repugnantes ambas modalidades del manoteo voraz, pero más repugnante encuentra que cada vez que se señala a uno, sus defensores sólo atinen a apuntar que el otro cometió los mismos crímenes. Así, la Comarca se ha convertido en un escenario de personajes grotescos, artistas del doble standard, en un festival de hipocresías en que se festejan los desafueros de uno mientras se solapan los del ídolo propio. El Opa los desprecia con parejo fervor.

Le dirán que recurre a la teoría de los dos demonios, esa interpretación de nuestro pasado funesto que señalaba la naturalización de la violencia y la banalización de la muerte en la sociedad de la Comarca, y que permitió explicar cómo fueron posibles los años del desprecio. Confundir taimadamente una explicación, plausible como cualquier otra, con una justificación del terrorismo de estado, es una añeja manipulación de la memoria que sirvió para exonerar de culpas al bando propio. El Opa repudia ese intento, y defiende el derecho de repudiar la violencia y la muerte, vengan de donde vengan y aunque sus causas y efectos sean material, política, moral y jurídicamente distintos. Con la misma fuerza repudia ahora este festival de miserabilidades consistentes en responder a una denuncia con otra, ese deporte execrable al que se dedican los fanáticos con camiseta prestada, hermanados todos en el mismo slogan: “roban pero hacen”.

miércoles, 15 de junio de 2016

La Negación

El Opa había pretendido enajenarse de la alienante realidad de la Comarca por un tiempito, hasta recuperar el aliento que le quitan los atropellos, tarifazos y negociaciones incompatibles con la función pública que desempeñan el Presidente y su pandilla. Y surge una historieta parida por las mentes afiebradas de Soriano, Saborido y Zambayonni. Y el Opa desconfía. Ha aprendido que la realidad de la Comarca supera la ficción más delirante, pero aun así hay registros de incredulidad que hacen mella en la escasa capacidad de comprensión del susodicho.
Cuenta la leyenda que un funcionario anónimo, al que llamaremos José Francisco López, Lopecito para los amigos, fue arrestado mientras enterraba-revoleaba por el paredón-encanutaba en la cocina unos ocho millones de rupias norteamericanas en un dizque convento ubicado en esos jirones de desamparo que los mapas llaman Conurbano Bonaerense. Que un vecino, al que las circunstancias llaman Jesús, creyó que podía tratarse de un delito, porque Lopecito vestía, entre sus abrigos, un arma de grueso calibre. Y Jesús llamó a la Policía. Oremos hermanos. La mejor policía del mundo, según nuestro humilde Don Corleone del PJ local, llegó puntual y exacta, con tanto tiempo como para que la prensa oficial participe del orgiástico registro de las valijas y bolsos con dinero, relojes, y armas que portaba Lopecito.
Lopecito fue el Secretario de Planificación, el brazo derecho del Ministro del mismo cargo, único que conservó su puesto durante los 12 años de la década ganada. La especulación obvia es que ese dinero fue escamoteado de las arcas públicas por orden y con conocimiento del Ministro, y desde luego de Él y de Ella, a quienes jamás se les podrían escapar estas cosas. La narrativa pública conecta de inmediato los puntos que llevan desde un portón oxidado a la mismísima Faraona Egipcia. Fin de la historia. El Ministro habría perdido el favor de Ella, que le soltó la mano.
Pero cuando el cuentito es tan llano hasta el Opa desconfía. Y así se entera que al frente de ese convento con dos monjas estuvo un fraile frecuentado por Josecito, el Ministro, y el último candidato a presidente del Peronismo. El Obispo Di Monte, que de él hablamos, ejerció su curato en Avellaneda. Su mano derecha fue Monseñor Toledo, aquél que terminó preso junto a los hermanos Trusso, habilísimos y beatos estafadores con venia papal desde la Dictadura. Di Monte, tan asiduo del discurso homofóbico como de los taxi-boys del Conurbano, ha sido siempre el resguardo espiritual de los bandoleros del Peronismo, y de cuanta otra mafia haya asolado subrepticiamente los suelos de la Comarca.
Y se entera también que la esposa del Ministro, Alessandra Minnicelli, fue fundadora y presidenta de FORS, la Fundación Observatorio de la Responsabilidad Social, una de esas ONGs con un objeto social vaporoso y fantasmal: la cáscara ideal para procesar y triangular fondos ajenos sin dar muchas explicaciones. Minnicelli, quien intentó operar una empresa fantasma para comprar propiedades en el exterior vía el estudio Mossack Fonseca de Panamá (¿les suena?), tuvo que conformarse con hacer negocios locales cuando ese mismo estudio paralizó las escrituras al detectar que era una persona políticamente expuesta: Minnicelli era además funcionaria de la Sindicatura General de la Nación, a cargo de controlar las cuentas de su mismísimo esposo, el ex Ministro cuyo Secretario ha llenado las crónicas de la Comarca.
FORS, la fundación de Minnicelli, se fusionó con las Scholas Ocurrentes, otra de estas fundaciones ligadas al Vaticano que reciben fondos públicos para hacer caridad a nombre de la Iglesia y obras que benefician a los súbditos de la misma Iglesia. Hace poco Scholas Ocurrentes fue novedad al ser obligadas por el Papa en persona a rechazar una indefendible donación de 16 millones de pesos dispuesta por el Presidente.
Ahora no sabe el Opa si la donación pretendió ser una “muestra de buena voluntad” del Presidente hacia el Papa (que pagamos todos en un contexto de hambre), o si fue una “contribución” solapada a los amigos y socios del ex Ministro De Vido. Desde hace tiempo el Opa sospecha de afinidades impensadas entre el Presidente y el ex Ministro. Le resulta extraño que no haya promovido ninguna investigación potente contra el tipo que manejó la caja más grande del Estado durante la década ganada. Que han ido cayendo de a uno todos los personajes que rodeaban a la ex Presidenta María Estela Fernández de Neón, menos este Ministro. Y recuerda que el primo y testaferro del Presidente, Ángelo Calcaterra, ha participado en licitaciones de obra pública junto al imputado Lázaro Báez, el mismo de la Rosadita. Acaso De Vido conozca muchas más conexiones entre los negocios del testaferro Báez y los del Presidente Macri, heredero él mismo de la Patria Contratista, aquella tristemente célebre caterva de saqueadores del presupuesto público que cartelizaron la obra pública de la Comarca desde la Dictadura.
Se pregunta el Opa quién se soltó la mano a De Vido: si Ella, o el Papa. Y si una detención tan rimbombante como inverosímil obedece a entregar a un peón para calmar las fieras, o si es realmente el principio del fin para De Vido. En ese caso, si es un mensaje dirigido a De Vido para que, supongamos, no hable sobre lo que sabe. Entonces, el círculo se estrecha en torno a Ella.

Los que al Opa le dan cierta lástima son los militontos del relato. Por oportunismo cínico, o por la necesidad de despegarse del naufragio, han descubierto que en el gobierno pasado hubo corrupción. Algunos hacen de la negación un arte, y alegan conspiraciones entre Stiuso, Magnetto y otros demonios menores. Otros sostienen que Lopecito y otros carteristas “traicionaron” las banderas del movimiento. Afirma el Opa que el latrocinio está en el ADN del mundo K desde los ’80, que no hubo desviación de Lopecito sino coherencia con un destino histórico. Desconocerlo es como sorprenderse de la insensibilidad social y la indigencia ética de los dirigentes Pro. Demasiado estúpido para tomarlo en serio.

viernes, 15 de abril de 2016

Macondo

Cuando terminó de llover se habían hinchado ya todas las puertas y las ventanas de la Comarca, aún las de metal; la ropa puesta a secar comenzaba a cambiar de color y apestar a perro mojado; los jueces seguían prevaricando plácidamente en sus despachos enmohecidos y los diarios llegaban con las noticias ya diluidas por el tedio. La Comarca era Macondo, pero vivíamos como si pudiéramos no darnos cuenta.
Talvez por eso fue posible que trajeran a Ella, la ex presidenta, a declarar como imputada por las fechorías cometidas en el poder, y que pudiera declarar frente a un juez demasiado cobarde para darle la cara. Y talvez, en ese ámbito pegajoso de la llovizna perenne, fue posible que Ella lograra armar un episodio de épica militante que trastocó el demérito de su triste circunstancia procesal. Allí donde sólo cabía dar explicaciones o ampararse en el generoso silencio constitucional, Ella optó por convocar a los militantes y militontos, a los fanáticos del relato, a los desharrapados que se cayeron del modelo que creyeron perpetuo. También ellos son ciudadanos del realismo mágico, y están dispuestos a creer lo que les digan que tengan que creer.
Épica de cotillón, agrega el Opa, que no pudo dar crédito al discurso de la ex presidenta. Plagado de los lugares comunes del populismo palurdo de la Comarca, indigerible para nadie medianamente sensato, expresó sin embargo una característica envidiable, que el Opa no tiene pruritos en reconocer. Fue una fiesta pagana, una especie de carnaval otoñal y lluvioso que logró desmentir un poco el clima anticlimático. Fue una celebración de la vida, aun plagada de mentiras y semi-verdades endebles como cartón mojado. Fue un encuentro entre muchos, felices de encontrarse y sentir que comparten un sueño y un proyecto, aunque haya sido la coartada del saqueo nacional. El Opa no puede dejar de notar ese vitalismo.
Sobre todo por el contraste con el resentimiento agrio de los pacatos que gobiernan. Entreverados en su festival de torpeza, en sus propias cuitas (i)legales, en la zozobra de denuncias que los venales jueces de la Comarca no logran tapar a tiempo, ni los diarios adictos soslayar completamente, el elenco gobernante salió a la palestra a cuestionar el acto de la ex presidenta. Horrorizados como solterona en la iglesia, envidiosos como comerciante de pueblo chico, balbuceante como santurrón en la hora del recreo, los funcionarios y los periodistas afines hicieron lo posible por esconder primero, y denostar después la inopinada convocatoria de la imputada de lujo. Llegaron al extremo de ir a provocar a las foscas huestes Nac&Pop procurando los empujones y maltratos que necesitaban ubicar en sus diarios.
Es menester aclarar una cosa: el Opa no condona la violencia contra los periodistas, aunque generalmente la tengan merecida. Y también se reconoce que si la “seguridad” del sarao ex presidencial estuvo en manos de los matones de Cristina, significa que la inoperancia de la Ministra de Seguridad llegó a límites poco compatibles con la seguridad de la Comarca. Pero los cagatintas y movileros de los medios oficiales fueron zainos y malaleches como sólo puede serlo un periodista en declive. En este punto el Opa amplía hacia los periodistas de la Comarca el olímpico desprecio que sostiene hacia los jueces ídem, y casi por las mismas razones de mediocridad, cobardía, venalidad e ineptitud.
Pero piensa en otra cosa. Piensa en el significado de esa repugnancia con la que las gentes bienpensantes, los globoludos del relato cool, han recibido el acto de la ex presidenta. Ella hizo política, como es esperable de una persona de su rango, aún en el momento de rendir cuentas de sus crímenes de estado. Los otros asistieron impotentes a la propia impotencia de sus propios líderes, absolutamente incapaces de manifestar el más mínimo reflejo político. Entonces el Opa se asusta, porque el CEO y sus botineras son tan inefablemente ineptos que pueden generar las condiciones para que Ella vuelva, con su séquito de imputados, voraces como langostas a la hora del desayuno, patrones de ejércitos enteros de lúmpenes de todo pelaje que se habían ensoberbecido desde el Estado.
Piensa además en otra angustia, que anida en el ataque de acidez que atacó a la república amarilla. Es la angustia de ver reflejado el presente judicial de la ex presidenta en la proyección temprana de las tribulaciones del campeón moral de los minions posmodernos. Es el miedo de que el mismo presidente sea citado más temprano que tarde, por manejos no demasiado diferentes a los manejos de Ella. Y es el temor de que si esa premonición funesta llegara a cumplirse, la gente que iría a acompañar al presidente en su peregrinaje tribunalicio apenas alcanzaría para llenar un taxi, chofer incluido.
El Opa descree profundamente de la bondad moral de las masas. En estos tiempos de saqueo del Estado y de manipulación mediática, no es demasiado difícil llenar plazas y plazas. También sabe que mucha de la gente que asiste a estas movilizaciones, a favor o en contra, lo hacen convencidas y sin necesidad de que los sobornen con un choripán ni los taladren desde los medios: generalmente lo hacen con razones que al Opa le cuesta entender, pero cuya existencia misma puede aceptar. Pero como sea, no cree que sean un indicio de potencia electoral, de corrección política, de virtud republicana, ni de transformación democrática. No hay virtud en los números, como tampoco pecado.
En esos términos, nada ha cambiado, a pesar de que Sarracenos y Pleistocenos fatiguen charlas arguyendo un cambio de clima. El único clima que cambió, piensa el Opa, es el que lo tenía melancólico y amohosado, retraído en el tufo de su casa, cuyas paredes chorreaban tanta agua como las calles. Tanto que temió perder la voz y comenzar a croar su descontento.

Piensa el Opa que son días difíciles para convertirse en un batracio, con tanta gente tragando sapos por ahí. Pero salió el sol en la Comarca, y entonces el Opa se aferra a la vida y al solcito tibio.

sábado, 26 de marzo de 2016

El Cocinero en su Laberinto

El Opa necesita volver a postear porque se ha indignado de nuevo con la dirigencia política de la Comarca. Procura no tomarla en serio, en general porque no lo merece, y en particular porque el Opa prefiere preservar su sanidad mental y lo que le queda de la fe en los habitantes en condiciones de votar. Pero hay cosas que exceden el marco mediocre, gris y tilingo –cuando no delincuencial- en que se empotran los dirigentes de la Comarca. Y es en esos casos que teme por la salud de la democracia, esa señora mayor que camina por la cornisa con los ojos vendados.
Hace muy poco se conmemoraron los 40 años del hecho maldito que configuró el presente y el pasado cercano de la Comarca. En aquella fecha se producía un cuartelazo cívico, eclesiástico, empresarial, sindical, y finalmente militar. El gobierno constitucional derrocado caía sin resistencia ni defensa, como un hato de delincuentes comunes a los que atrapa el más inepto de los policías. Sarracenos y Pleistocenos respiraron aliviados porque se terminaban los desafueros de una banda de asesinos y ladrones, sin imaginar que sus cualidades criminales serían ampliamente superadas por los nuevos usurpadores del poder. Los desafueros continuaron, pero ahora como plan sistemático de exterminio. Esto se extendió en todas las ciudades y aldeas de la Comarca.
En algún lugar del agobiado conurbano bonaerense, en una ciudad con nombre de cerveza y presente de efedrina, han elegido a un intendente idiota. Los vecinos conocieron al idiota en la televisión: es un afamado cocinero cool con nombre de aspiraciones patricias. Su condición ajena a los entramados políticos persuadieron a los vecinos de que el cocinero cool era la herramienta ideal para terminar con el reinado de una banda de mafiosos comúnmente conocida como partido justicialista. Así, ganó las elecciones hace muy poco, incapaz de balbucear nada que exceda el escueto margen de la banalidad superficial. En un país palangana, ningún discurso profundo encuentra el tiempo de proyectarse hacia el pueblo, y en cambio nos quedamos con este casting de orates prolijos.
Pero lo que afecta al Opa es lo que dijo este intendente, el cocinero cool. Le preguntaron en televisión sobre el aniversario del Golpe, y si pensaba convertir en sitio de memoria al más célebre de los campos de concentración de la ciudad que administra. Le preguntaron en concreto por el Pozo de Quilmes, donde fueron asesinadas 251 personas. Como la política televisiva impone recitar un discurso sin importar lo que ha sido preguntado, al escuchar la palabra “pozo” el energúmeno de los cucharones respondió que “iban a arreglar todos los baches y hacer obra pública, pero la pesada herencia y la voluntad de los vecinos…” y una sartenada de humedades por el estilo.
Recapitulamos: al cocinero cool le preguntaron por el más conocido de los sitios de exterminio, y si pensaba convertirlo en un lugar de memoria y enseñanza. Sólo escuchó la palabra “pozo”, y respondió como candidato en campaña permanente. No es una gaffe menor. Le estaban preguntando en un marco muy específico: una entrevista el día del aniversario, en el marco de una conmemoración de esa misma fecha, y mientras se hablaba de ese tema. Y le preguntaron por el lugar más emblemático de su ciudad. No fue una confusión, como pretendió justificar después con torpeza cobarde. Fue ignorancia, como lo admitió antes de ensayar excusas.
No sabía que en su ciudad hubo un lugar llamado Pozo de Quilmes donde hace 40 años se masacraba a personas. No lo sabía porque nunca le interesó la historia, desde luego. Y porque su conocimiento del lugar que gobierna es igualmente superficial y esterilizado. Es un inepto que aún no pudo comenzar a gestionar su ciudad porque su gabinete parece la corte de los milagros, de modo que no puede ampararse en la tilinguería bobalicona de “la gestión”. Tampoco puede hablar de futuro si no conoce siquiera los temas del presente, ni tan luego los del pasado.
Al Opa lo han ofendido muchas cosas, pero fundamentalmente la idea de que alguien que se presenta en el juego democrático puede darse el lujo de la ignorancia y el desdén por el conocimiento. Se trata de la apuesta contra la razón, del desprecio por la construcción cívica, de la ignorancia como una excentricidad atractiva y lustral, porque refuerza la idea de ajenidad de lo público. Lo que hay en la respuesta del cocinero cool es el desprecio por lo público. Y eso, piensa el Opa, es una amenaza radical al corazón de la democracia, que exige un compromiso profundo por las cosas de todos. Después podrá haber discrepancias razonables sobre ideas o métodos, pero no puede fundarse una función pública desde la repulsa de una base cultural común.
Hay además algo más grave, que es el ultraje a la memoria de esas personas asesinadas en ese lugar, y al recuerdo que de ellas tengan sus familias y amigos. No se trata de compartir sus ideas ni justificar las circunstancias que entretejieron el destino funesto de esas víctimas, sino de entender que se gobierna también sobre dolores y ausencias, se gestiona sobre clamores de justicia y verdad, se administra sobre la humanidad humilde de los que están y de los que faltan.
En estos tiempos la ignorancia no es neutral. Desconocer estos capítulos de la historia significa una toma de posición, un deliberado esfuerzo por soterrar el contenido profundo de esa historia, una elección por desandar un camino de construcción de la memoria y la justicia que ha costado el esfuerzo de generaciones. Esto es lo políticamente imperdonable. Nadie, por más chef que sea, puede lanzarse a la arena política sin desconocer ese camino. Y borrar sus rastros y contornos es inaceptable en nuestra endeble democracia.

Se dirá que es un incidente menor. No lo es. Tampoco lo es la torpeza con la que el cocinero intentó disculparse, argumentando que no escuchó bien. No había forma de equivocarse: simplemente no sabía qué cosa era el Pozo de Quilmes. Tampoco le importaba.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Los Visitantes

Hoy hubo visitas en la Comarca, y se ha armado un revuelo propio de mejor causa. No es la primera visita, desde luego, pero sí la más significativa por una serie de razones que hasta al Opa le resulta bobo enumerar. Pero el Opa hoy mira las reacciones de las gentes de la Comarca: toscos y tilingos, Sarracenos y Pleistocenos, en una competencia febril por ver quién dice la estupidez más grande, la más insidiosa de las necedades, quién tiene el resentimiento más erecto o el aplauso más gauchito.
Vino el presidente norteamericano, vituperado y alabado en partes casi iguales. O talvez no, el Opa sospecha que la popularidad del susodicho en la Comarca está más bien atada a quién es su anfitrión de turno. Lo ha recibido el ingeniero, de quien el Opa desconfía como gallina tuerta. Por ello, los militontos del ingeniero aplauden rabiosamente la visita de su homólogo norteamericano, asaz emblema de las libertades y el comercio y Miami, incapaces casi todos ellos de entender en profundidad lo que significa haber aplicado por primera vez en su país un seguro de salud universal. Los militontos de la faraona egipcia arden de ira frente a la visita, protestando por el protocolo, por la fecha, por el imperialismo, por lo que dice y por lo que no dice, incapaces casi todos ellos de entender en profundidad lo que significa sido el primer presidente afrodescendiente de una nación profundamente racista.
El Opa sospecha que nada de eso importa, que como casi siempre en estos días el hecho puntual de una visita ha sido dejado de lado para que cada uno pudiera desplegar en sus redes su propia declaración de principios, su propia superioridad moral esputada urbi et orbe. No importa ser objetivo para analizar un hecho: como resaca de la borrachera populista (sí, también me refiero al populismo de los globos de colores y la tilinguería como dogma ideológico) cada sector perorará desde “el sentimiento” disfrazado de razón. El Opa ha deplorado que en nombre de la ideología las gentes de la Comarca se permitan la idiotez o la maldad, y ha deplorado los aplausos que lo desaniman.
El Opa no es dado a esperar mucho de los dirigentes políticos de la Comarca, y mucho menos de otros lugares. Pero le interesa analizar tan sólo un tema, que cree central para la memoria y la defensa de la democracia, esa endeble institucionalización de la dignidad. Le han preguntado sobre el rol de su país en nuestra última dictadura, y ha respondido. Midiendo cada palabra, ha dicho que la complicidad de su país en el golpe forma parte de los momentos horribles de su historia, y que han aprendido de la Comarca a revalorizar la idea de la democracia. Hay una confesión implícita: admitir que fueron cómplices o coautores, y admitir que fue un error histórico que arruinó una reputación basada en la libertad y la igualdad. Que perdieron credibilidad, y que recuperarla implicó una tarea que aún no se termina.
Cree el Opa que fue una confesión valiente, insospechada proviniendo de un presidente norteamericano, poco proclives a las autocríticas que, según el susodicho, ha sido proficua e instructiva. Tibia, desde luego, y sinuosa: una declaración mesuradamente diplomática, y ciertamente ensayada. Sin embargo, su valor es otro. Talvez por primera vez la potencia dominante admite sus crímenes, o admite la posibilidad de haber participado en crímenes horrendos. No hacía falta leer entre líneas, y tampoco referirse explícitamente a ese designio criminal llamado Plan Cóndor, ni mentar la escuela militar de West Point, que entrenó catervas de asesinos para todo el continente.
Pero sí ha sido explícito en relación a los intereses geopolíticos de su país en aquélla década: combatir el comunismo y promover los derechos humanos. Esto hoy suena a contradicción, porque pareciera que el comunismo lleva ínsitos a los derechos humanos. A quien todavía aliente semejante confusión, el Opa les recomendaría que se instruyeran sobre cómo se vivía en el “socialismo real”, y qué significados tenían los derechos humanos, la libertad y hasta la igualdad en aquellos países. El Opa sabe de lo que habla: ha sido gerente de banco en Praga. Desde luego, esto no oculta que había otra agenda más bien imperialista detrás de esa posición bifronte enunciada por el presidente. Tampoco desmiente que para concretar una agenda destrozaron la otra, con lo cual uno legítimamente se pregunta qué tan importante era la agenda sacrificada. Más bien, sostiene el Opa que quisieron terminar con el canibalismo comiéndose a los caníbales, y en el medio haciendo muy buenos negocios. En todo caso, es evidente que a largo plazo les costó muy caro.
El Opa, como se ha explicado, tiene la sana costumbre de no esperar nada de los dirigentes. En este caso lo ha sorprendido la respuesta comentada; no por lo que dijo, ya que fue escueta y ambigua, sino por lo que ha sugerido y el marco en que lo ha hecho. Fue casi encima de una fecha demasiado importante, dolorosa y omnipresente, por lo que las hordas populistas se han sentido provocadas.
Pero además hay una promesa, también escueta y ambigua, de abrir los archivos norteamericanos sobre aquellos años del desprecio. Ese fragmento de verdad será la ofrenda más grande que ese presidente pueda hacerle al pueblo de la Comarca, aunque también sospecha el Opa que una parte de los militontos menospreciarán ese regalo que los avergüenza y que no comprenden, y que la otra parte de los militontos también menospreciarán como si esos gestos no fueran en verdad extraordinarios: ninguna de las potencias que avalaron aquella dictadura nos ofreció siquiera las migajas de su verdad histórica. Tampoco la madre Rusia, el espejo en que los militontos antiimperialistas aman mirarse.

Mañana será jueves, y el Opa marchará igual que hace 20 años. La fecha acaso sea una bisagra en su tenue biografía, con olor a despedida, a distancia que crece a medida que ya deja de reconocerse en la formulación de su presente. Caminará hacia adelante.

viernes, 19 de febrero de 2016

La Protesta

El Opa se encuentra con que ya no podrá transitar su marcha vituperante por las calles de la Comarca, protestando contra la inepcia insufrible, la soberbia o la venalidad de los funcionarios públicos. Una serie de sucesos amenazan con recortar su libertad básica de protestar contra los mandones de turno que ha sabido propinarle una democracia tilinga y mentirosa como una manada de adolescentes en celo. Tampoco ayuda que sarracenos y pleistocenos sólo puedan coincidir en la mezquindad obcecada de ver la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el propio, y que por lo tanto una parte importante de la clase media mira para otro lado frente a hechos que amenazan las mismas libertades que le reclamábamos, ayer nomás, a la ex-Presidenta María Estela Fernández de Neón.
Hace poco más de un año autores ignorados pero bien conocidos terminaron de un cuetazo con la vida, la denuncia y la investigación de un fiscal que amenazaba con llevarse puesta a la susodicha, su canciller, uno de sus diputados, y una runfla de impresentables que fungía como una cancillería en las sombras. Ese día el Opa salió a la calle a protestar. Sin saber bien si protestaba contra un estado mafioso, contra una Presidenta ensoberbecida, contra las pandillas enquistadas en el gobierno. Pero ahí fuimos. Marchamos. Unos días después se armó otra marcha, parecida, y por las mismas causas. El Opa también marchó. El Opa ha marchado mucho, marchado siempre, y prácticamente todos los 24 de Marzos desde 1996 hasta la fecha. Y antes, en 1995, cuando otro gelatinoso presidente pretendió recortar la educación pública. Y después, en 2001, cuando el gobierno somnoliento por el cual el Opa militó las calles de la Comarca intentó ahorcar financieramente las universidades.
Ahora, hace unas semanas, detuvieron a Milagro Sala en Jujuy. Sabe el Opa que se trata de la cabecilla de una banda mafiosa que ha mantenido en el terror a pueblos enteros, y que se ha servido de la violencia y la intimidación tanto como de las rupias y tombuctúes que graciosamente le giraba, sin control alguno, la Presidenta Fernández de Neón. Pero también sabe que en esas provincias feudales, atenazadas por la codicia miserable de sus oligarquías locales, nadie hizo más por los pobres y desharrapados de esa región que la susodicha Milagro Sala. Esta realidad esquizofrénica constituye la identidad del pueblo de la Comarca, dual y contradictorio como ninguno.
Pero el Opa tiene bien claro que el motivo de la primera detención fue la protesta. Intuye que se la detuvo para poder allanarle el aguantadero y conseguir pruebas sobre sus desfalcos y violencias. Sin embargo, el juez que ordenó su detención se basó en la más horrible de las interpretaciones de la ley, que criminaliza un corte de calle como si fuera lo mismo que volar las vías férreas. La ley que se ha utilizado contra los piquetes nació para combatir los atentados anarquistas de principios del siglo pasado que creaban un peligro común, es decir, la posibilidad de que cualquier transeúnte o pasajero inocente volara en pedazos. Comprenderá el lector que usar la misma ley para evitar un piquete es una monstruosidad sólo digna de esos seres opacos y taimados que el diccionario llama “jueces”. Sala fue liberada poco después, puesto que la acusación resultaba ridícula hasta para los susodichos jueces; sin embargo, luego fue arrestada por, ahora sí, los delitos graves que hasta el momento seguían impunes. No alcanzó a salir de su lugar de detención, más bien hubo un enroque de papeles, notificaciones, y calabozos.
Los militontos del relato, ávidos de notoriedad y cohesión, han llamado en estos días a cortar calles para pedir la liberación de Milagro Sala. Llegaron tarde. Si lo hubieran hecho apenas fue detenida, estarían luchando dignamente contra la criminalización de la protesta, y el Opa acaso los acompañaría. Ahora, con el cambio de carátula, están pidiendo la libertad de una estafadora que se enriqueció con fondos públicos bajo la protección de culateros y matones propiamente peronistas. Hasta celebran que el Papa le mandó un rosario, y el Opa entonces recuerda que no hubo genocida ni estafador de grandes ligas que no haya sido bendecido por los frailes de diversas jerarquías. Y se entristece pensando que el progresismo se ha convertido en el furgón de cola de un tren fantasma conducido por comehostias y chupacirios.
Pero como en la Comarca las cosas siempre pueden ser peores, el presidente cool, el imputado Mauricio, ha dado vía libre a un protocolo para limitar la protesta. La iniciativa parte de una fascista inoperante para cualquier iniciativa más seria que descorchar un tinto. La misma inepta que protagonizó un sainete vergonzoso con la fuga de tres tipos ávidos de fama y road-movie, ahora pretende contener el previsible descontento con más milico y más calabozo (como si no tuviéramos una emergencia penitenciaria). Y el Opa volverá a salir a la calle, porque ama empecinadamente su libertad de protestar, que es el primer derecho de los pueblos libres.
Sin embargo lo entristece que la misma gente que clamaba por libertades, que se sentía asfixiada por los lamentables stand-up que por cadena nacional nos propinaba la Presidenta Fernández de Neón, ahora mira para otro lado. Si nos ofendía el maltrato por la tele, con sus amanuenses y buchones, con la AFIP y la SIDE olisqueando a los molestos, si hemos deplorado los palazos de la Gendarmería o las policías de las provincias que gobernaban sus aliados, no podemos callarnos ahora. Y sin embargo…

Vuelve a ser claro que el bien y el mal dependen de quién lo haga, y que sarracenos y pleistocenos se han entregado con gozo a la lobotomía y el cinismo. Acaso no más que otros pueblos, pero de todos modos siente el Opa que la Comarca no tiene salvación a corto plazo: su (cada vez menos) educada clase media está condenada a repetir su infamia en el espejo pendular de su estupidez. Dentro de algún tiempo se dirá que algo habrá hecho.

martes, 19 de enero de 2016

La chamarrita de los milicos

El Opa aclara, antes de que el lector se enerve por un ataque de literalidad, que con la palabra milicos no se refiere a los tristemente célebres militares argentinos, casta de prosapia asesina, venal e inoperante. Se refiere a los policías, que son… oh, vaya coincidencia. Igual, se refiere a los policías de pueblo, esos que matean con los vecinos y que generalmente son tipos confiables. Al menos hasta que los compra el de la estación de servicio, que se entongó con el concejal para vender merca.
Recuerda el Opa que en 2008 aparecieron tres tipos muertos en un zanjón. Traficantes novatos en un mercado que siempre tiene una pata dentro del charco de la ilegalidad, quisieron acostar a un tiburón que, circunstancialmente, era el Jefe de Gabinete de Ella, la Faraona. El Jefe de Gabinete está profundamente implicado en el crimen: el Opa ha estudiado el caso cuando escribió su primera novela, y sobre los vínculos referidos hablaban incluso hasta los diarios que luego se volverían furiosamente oficialistas. A los muertos los tuvieron durante tres días en las heladeras del club que preside, en ocasiones por interpósita persona, el susodicho funcionario. Que además ha sido jefe de los tres condenados por el crimen, tanto en el empleo público como en la militancia partidaria y en el tráfico de efedrina. Los tipos estaban presos, condenados, al horno.
Al asumir, la nueva gobernadora se entretuvo esquivando las zancadillas del peronismo bonaerense y se olvidó de tomar el control del sistema penitenciario bonaerense, ese archipiélago Gulag de torturas y negociados. En ese momento se “escaparon” los tres condenados, usando un arma de juguete y robando un triste Fiat 128 que tuvieron que empujar para que arranque. Hasta acá, una operación de la mafia bonaerense, que puede pasarle a cualquiera.
Sin embargo, cuando los funcionarios del área de seguridad de la provincia debieron moverse con cautela, responsabilidad y rapidez, les ganó el reflejo pavote de la campaña permanente. Adictos a la imagen, militantes de la selfie y la espontaneidad bien maquillada, se dedicaron a vender humo y prometer resultados espectaculares. Cuando tuvieron alguna información sobre el paradero de los prófugos, el funcionario Ritonto aprovechó la volada para informar a la prensa que la captura era inminente. Como suele ocurrir con los que posan empavesados como sheriff de cotillón, los prófugos ya se habían escapado también de ese lugar donde preveían atraparlos.
Como si faltaran payasos en el circo, la ministra de seguridad de toda la Comarca apareció para sacarse una foto con la gobernadora y su equipo, una forma burda y soberbia de manotear una cucarda ajena. Con toda su soberbia de Montonera conversa, utilizó los “fierros” del estado nacional para ponerse al frente de la búsqueda. No hay nada que un Monto adore más que salir enfierrado y con tono marcial a buscar al enemigo: así de indeleble es el gen del fascismo subtropical.
Salieron a vender más humo, convirtiendo a la fuga en un sainete nacional. Habían peinado la provincia, recolectando información falsa y comprobando que no manejan ni la policía, ni la gendarmería, ni la SIDE, que constantemente se les reían en la cara. Parte de la urdiembre oscura de la historia de la Comarca, las fuerzas de seguridad son parte del entramado podrido de la política nacional, y con tan endeble materia los funcionarios amarillos quisieron salir a comerse el mundo.
Se les escaparon de nuevo, ahora de un galpón en un pueblito santafesino. Los gendarmes se equivocaron convenientemente, para darles a los prófugos la chance de que siguieran camino. Estaban ya en su patio trasero, donde los buscados iban de pesca y tenían negocios y amores. Finalmente cayeron. Bah, cayó uno.
Pero en la torpeza del chapeo atolondrado difundieron triunfales la captura de los tres delincuentes, tan sólo para tener que desmentirla un rato después porque habían atrapado a uno sólo. El más temible de ellos, el que habló con los medios acusando a la Morsa, el más poronga de los sicarios de Quilmes, cayó porque un bache del camino le hizo perder el control de la camioneta robada en la que escapaban. Lo atraparon magullado y dolorido, hambreado y con sed. Los otros dos lograron escapar. Siguieron eludiendo el aparato de seguridad montado por la ministra, una carísima parafernalia tecnológica derrotada por un bache, varios escuadrones de “la mejor policía de la galaxia” puesta en ridículo por unos milicos en ojota, atrapando sicarios del conurbano en caballos prestados.
Los funcionarios amarillos comprendieron finalmente que hablarse encima es un mal negocio, y se llamaron a prudente silencio. Dos días después, con el papelón consumado, lograron atrapar a los otros dos prófugos, también maltratados por el camino y la innoble errancia. Ahora sí, se tomaron el trabajo de contarlos para asegurarse de que efectivamente tenían a los tres. Pero ya tuvieron que ser más prudentes: no les quedaba más que la pátina del ridículo para cubrirse las vergüenzas.
Como el hábito hace al monje, lo primero que hicieron cuando se aseguraron de tener a los tres tipos bien seguros, fue echarles la culpa del enredo a los funcionarios santafesinos. Pero como el absurdo se empeña en castigar a quienes le tocan el traste, resultó que quien informó que habían capturado a los tres tipos juntos era un gendarme: oficial de una fuerza nacional bajo las órdenes de la ministra de la Nación. Los humildes milicos de pueblo mirarían impertérritos, con la vaga satisfacción por la labor cumplida, a la banda de porteños que vino hasta su rincón olvidado para pasar una temporada alojados en la vergüenza.

Así termina la historia: la soberbia de los compadritos de amarillo desmoronada por un bache, unos milicos en ojotas, un sainete que desnuda una verdad que el Opa presume: ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos. Tampoco se apagan con un baldecito de agua: ciertos temas no se manejan con selfies y asesores de imagen. La tilinguería inoperante y chanta se paga caro, porque se paga en la ominosa moneda del ridículo. O de vidas ajenas.

lunes, 18 de enero de 2016

Las torpezas del autoritarismo cool

El Opa no se ha tomado vacaciones. Lo ha demorado el estupor, el sopor estival y algunas tareas pendientes que demoraron su acceso a la realidad de la Comarca. Cuando habla de estupor se refiere tanto a las torpezas del nuevo elenco gobernante como al cinismo de los que padecen la tristeza de ya no ser. Ambos han confirmado que en lo profundo se parecen bastante, y que practican una versión de la democracia mezquina y sotreta como un adolescente taimado.
El gobierno entrante comenzó nombrando jueces en comisión para la Corte Suprema de la Comarca. Sabe el Opa que los juristas interesados pueden hacerle decir casi cualquier cosa a la Constitución, pero algunas cosas son más insostenibles que otras. Las interpretaciones para admitir que el Presidente puede comisionar jueces para la Corte necesitan demasiada vaselina para poder encastrarse en cierta parte de la ley fundamental, pero hay un cuello de botella inevitable. No hay lubricante que alcance para justificar el contexto de necesidad y urgencia que requiere la ley.
Acá le dicen al Opa que la necesidad y urgencia deriva de la minoría que detenta el sector político del Presidente en el Senado de la Comarca. Pero hasta el Opa entiende que una minoría circunstancial, tan circunstancial como cualquier mayoría, no le puede dar a nadie el derecho de recurrir a remedios extraordinarios y excepcionales. “Es la democracia, estúpido”. Es cierto que nuestra organización convierte a los Presidentes en sultanes electivos cuando manejan el Senado, y en poco más que endebles líderes parlamentarios cuando no lo hacen. Eso explica por qué el peronismo gobierna la Comarca como si fuera un califato, mientras que otros partidos requieren una paciencia de relojero suizo para anudar acuerdos para gobernar diez días más. Un peronista gobierna empuñando una bazooka institucional; un no peronista gobierna siempre con el punto incandescente de una mira láser decorándole la frente.
Son los vicios de una cultura constitucional hegemonista y autoritaria, pero esos son los estrictos márgenes del juego institucional que debe jugar cualquier presidente. No hay en ello nada excepcional, salvo la necesidad de una reforma constitucional que termine de desmontar la pulsión cuartelera de la Comarca y equilibre el poder que Sarracenos y Pleistocenos puedan obtener en las urnas.
No hay urgencia tampoco: los jueces (todos ellos) se consideran ajenos a los tiempos de los mortales, y por lo tanto ninguno de ellos se considera apremiado por las causas que demoran en resolver. Si los jueces comisionados hubieran asumido en diciembre, se habrían refocilado en la exasperante parálisis del fin de año, pletórico de feriados y ágapes que ralentizan aún más esa cosa que llaman Justicia. Después hubieran tenido la feria de enero, esa rémora del privilegio medieval que adoran esos funcionarios que en pleno siglo XXI se hacen llamar “Vuestra Señoría”. Y después, el lento renacer de febrero, entre anécdotas vacacionales y el sopor del verano que persiste. En síntesis, no habrían hecho casi nada hasta entrado marzo, en que se los podría haber nombrado como corresponde con acuerdo del Senado como dice la Constitución. Incluso se podría haber ganado tiempo durante el verano para que transiten la sana deliberación pública sobre sus méritos, o no.
Para el Opa no fue una total sorpresa que fuera el radicalismo el que le clavara los tacos al Presidente. Algo les queda del reflejo republicano, y rápidamente salieron a desmarcarse del mamarracho presidencial forzando a Macri a una tregua para que entre en razón. Sus líderes parlamentarios y partidarios tuvieron el buen tino de apoyar tibiamente la autoridad del Presidente, hacer públicas sus dudas, y ajustarle las clavijas puertas adentro. Eso, y el mensaje del peronismo anticipando que no le aprobaría en el Senado los jueces comisionados bastaron para suspender su juramento hasta febrero, lo que sugiere que para entonces se tratarán de construir los acuerdos necesarios.
El Opa entiende que el Presidente haya querido demostrar autoridad, pero lo hizo de la manera más torpe posible y tuvo que recular en ojotas. Alguien tendría que recomendarle al ingeniero que consulte más con los constitucionalistas que tiene a mano que con los sacapresos con los que rosqueaba en la interna de Boca Juniors.
Hizo algo parecido cuando quiso patear ese hormiguero radiactivo que son los servicios de inteligencia. En el apurón mandó a la cueva de los espías a un traficante de futbolistas y a una diputada vinculada a lo más turbio del menemismo reciclado. La excusa es que les tiene confianza, pero sus antecedentes oscilan entre la insignificancia y la turbidez. El Opa no sabe qué es peor, pero debutaron de mala manera cuando se les escaparon tres hampones de una cárcel de máxima seguridad. Una opereta del tío Aníbal, also known as “la Morsa”, pero demuestra que sin profesionales en esa área se terminarán comiendo una operación tras otra de los mafiosos estatales más turbios de la Comarca. Sobre este sainete el Opa hablará mañana.
La misma estructura mafiosa que hasta el 10 de diciembre le reportó a Ella, con carpetazos, “accidentes” y fiscales suicidados en la víspera. El Opa, como siempre, seguirá remarcando la inoperancia política de un petitero cool, y el cinismo cararrota de los militontos del modelo. Porque se parecen demasiado, porque se parecen en todo.

Y porque en el esfuerzo especular para diferenciarse, apenitas se diferencian en las impostaciones de sus propios relatos: los hippies con OSDE burlándose del millonario que se hace atender en hospitales públicos. Los heraldos de un ejército de ñoquis indignados por las vacaciones de un nene bien. Amigas, amigos, serán tiempos duros de oportunismo e hipocresía. Nada nuevo en el sainete irresponsable de la Comarca.